lunes, junio 30, 2008

España, campeona de Europa 2008

Me tira el fútbol, que le vamos a hacer. Cuando se ejecuta bien y se vive con pasión es uno de los deportes más viscerales que se conocen. Por supuesto, siempre hay miserias en torno al fútbol, como en otros deportes colectivos, y gente que lo usa para sus propios y mezquinos intereses, pero es también un deporte bello e integrador como pocos, al menos mientras no gira en torno al vil metal. Me enamoré del fútbol en los tiempos del Dream Team del Barça, con el toque, la precisión, el empuje, la agresividad, el arte, de un equipo que hizo historia y creó escuela como pocos.

La España de la Eurocopa se parece bastante a aquel Dream Team en ciertas cosas, pero es incluso mejor en otras. Tiene toque, empuje, agresividad, precisión y arte, pero al mismo tiempo pueden adaptarse a muchos tipos de juego y llevar el tempo de un partido como nadie, haya que hacer lo que haya que hacer. ¿Quién se acuerda ahora del "imprescindible Raúl"? ¿Quién se atreve a decir que dependemos de un solo jugador para ganar partidos o títulos? Es el esquema lo que cuenta, y jugar a lo que uno sabe. Luis Aragonés ha sabido exprimir a talentosos jugadores españoles y formar un equipo compacto y lleno de inspiración. Xavi, Iniesta, Cesc, Torres, Villa, Puyol, Silva, Senna,... menudo equipazo.

Somos los flamantes campeones de Europa 2008. Hemos dejado atrás supuestos gafes (la forma en que los mediocres llaman a la mala planificación a lo largo de los años), complejos de inferioridad y excusas constantes, para llegar a un punto en el que ni los jugadores tienen presente la historia, sino que la hacen a cada paso que dan. Esta es la España por la que merece la pena ondear una bandera o seguir partidos, la del "todos juntos", la que no se detiene en divismos de ningún tipo, la del esfuerzo colectivo. Y sea con el toro, con el porrón, con el bombo, con la gaita o con una banderita... todos somos España. Hemos sido los mejores, al menos en esta Eurocopa.

Dicen que en algunas partes de este país no se sienten los colores del equipo nacional, pero ayer en St. Feliu de Llobregat durante gran parte de la noche se lanzaron fuegos artificiales y los coches no hicieron otra cosa que pitar de alegría. En Girona la gente se arremolinó en torno a las pantallas gigantes, y en el País Vasco también se siguió a la selección. A ver si aprendemos del fútbol, señores políticos...