lunes, abril 18, 2005

Tortazo que te crió

Esta mañana estoy en plan contemplativo. No tengo nada que hacer en el curro y me he dedicado a poner tres noticias en mi web sobre El Señor de los Anillos de Tolkien, echar un vistacillo a las obras de la página sobre Fantasía y CI-FI que estamos haciendo entre unos coleguillas (Fantasymundo), y chafardear por otros blogs. Desde el blog de mi querida Meliam siempre voy a parar al de Carol B, un blog de una chica un poco pijina pero graciosa, y encima asturiana como yo. Hoy he leído un post donde cuenta su momento más grimoso: el día en que en su empresa se cortó el ojo en horizontal con un plano asesino (si sois sensibles no lo leáis), y me he decidido a contar mis dos tortazos más sonados.

Creo que es más que recomendable ir por orden. El primer tortazo que te crió me lo llevé cuando de crío (tendría unos 13-14 años) estaba en el camping de Cadavedo, una fantástica localidad costera asturiana que sale en prácticamente todas las guías de turismo de mi terruño. Ese día estaba algo cansado de pulular por el camping, así que cogí la bici y me puse a dar vueltas por las localidades cercanas. Le daba bastante caña, así que en poco rato había hecho ya unos cuantos kilómetros, ya estaba un poco cansado. A esas alturas, entre eso y el calor, ya estaba con pocas ganas de darle a las piernas, así que me puse a pasear tranquilamente a poca velocidad por las calles del pueblo.

Iba mirando el paisaje, a la vez que pedaleaba lenta y cadenciosamente, acariciado por la brisa, a unos quince por hora (lo sé porque tenía el cuenta-kilómetros puesto), en un camino de hormigón con algo de gravilla, cuando, al dar una curva, la bici pegó un gran resbalón y toda mi persona humana fue catapultada como una bala hacia delante. No fue una caída inteligente, hay que decirlo. Mi cuerpo, tan listo él, decidió parar el golpe con mi cráneo, y nada menos que contra un muro de piedra asturiana y masilla de las típicas de los pueblos costeros de por aquí. Creo que desde aquel día, mi cerebro no es el mismo, y asimilo peor las cosas (xDD). Quedé inconsciente en el suelo, junto a la bici, muy indemne ella.

Cuando desperté (no sé cuanto tiempo estuve allí tirado) me levanté a trancas y barrancas del suelo sin echarle cuenta a la bici para nada y dirigí mis tambaleantes pasos hacia la casa más próxima. Traspasé la puerta sin llamar ni nada (para sutilezas estaba yo) y de repente oí varios gritos de mujeres al unísono. Ni siquiera me percaté de su presencia, ya que miraba al suelo constantemente. Sólo sé que me tumbaron y me dieron algo de agua. Cuando me quise dar cuenta, estaba en un coche camino del camping, un poco más despierto (supongo que les pude decir quien era y donde coño estaban mis padres, pero no lo recuerdo). El caso es que aún recuerdo la cara de mi madre cuando vió la mía ensangrentada y mis ojos de borrego mirando al infinito. Como es costumbre en ella, comenzó a chillar y a pedirme explicaciones ("hijo, cómo te has hecho esto, porqué no respondes"), mientras que mi padre, más práctico, me cogió no sé como y me metió en el coche, camino del Hospital de Jarrio, donde me dieron unos puntos. El viaje (media hora) me lo pasé en el asiento de atrás, a medias despierto y a medias dormitando tumbado (cosa que me aconsejó mi padre, yo ahora no estoy muy de acuerdo con aquello). Incluso me dió tiempo a ver un accidente con víctimas mortales en la parte izquierda del arcén (sé que estaban fiambres porque los sacaban del coche en ese momento y no se movían ni nada). Creo que en ese momento me dije: "y tú te quejas, capullo, mira a esos".

Claro que cuando estaba en urgencias y me daban los puntos no opinaba lo mismo. Al menos ya estaba más despierto y podía maldecir al enfermero para mis adentros xDD

El siguiente tortazo que te crió lo dejo para el último lugar porque fue el más sonado y el que menos daño me hizo, cosa curiosa. Este nos pasó en coche hará unos dos años. Digo nos pasó porque íbamos mi novia y yo camino a una Mereth (jornadas culturales sobre Tolkien para quien no las conozca) en la sierra de Madrid que organizábamos. Llevábamos todas las cosas en un enooorme Discovery (lo teníamos lleno), cuando a la altura de Alcalá de Henares una furgoneta se nos cruza y nos pegamos el talegazo padre. Sonia se llevó unas pequeñas contusiones y un berrinche por los nervios, mientras que yo salí totalmente ileso y muy tranquilo. Avisamos al padre de Sonia y en unas horas él y un tío suyo se hicieron tooodo el camino Barcelona-Alcalá para socorrernos (siempre les estaremos agradecidísimos por ello). El seguro les proporcionó un coche de vuelta y ellos nos dejaron el que traían, un Ford Escort, en el que tuvimos que meter toooodo lo que llevábamos en el Discovery (imaginad). Por suerte nos ayudaron ellos. Esa noche la pasamos en el albergue de la sierra, en un camastro en el que nos durmimos nada más posar la oreja casi, en medio de dolores y palabras de alivio por lo poco que nos habíamos hecho. Y al día siguiente a llevar el peso de la organización de la Mereth. Aún hoy alucino xD

Desde aquí un recuerdo muy especial al Discovery, que sobrevivió al viaje, nos salvó la vida y ya no está entre nosotros :-)